La metodología del programa, está basada en la medición de 7 puntos, con el objetivo de realizar un primer diagnóstico a partir del cual se harán unas recomendaciones de mejora.
1. Establecer la situación del contexto ambiental, social, económico y normativo.
Se establece la situación general en la que se encuentran las fincas a evaluar, conociendo el grado de implicación de la empresa y cualificación de sus trabajadores, en su totalidad y en sus diferentes departamentos, respecto al cumplimiento de las normas de producción.
2. Conocer la flora autóctona de la finca y sus zonas limítrofes.
Conocer la flora arvense (árboles, arbustos y hierbas) de la finca y sus zonas limítrofes, dándole importancia a las relaciones que ocurren entre ella y el cultivo.
3. Revisar el manejo y las prácticas agronómicas.
Definir el punto de partida en el que se encuentran las fincas a nivel de uso de productos fitosanitarios y fertilizantes proporciona una base para poder establecer objetivos y tiempo para la consecución de los mismos, de cara a conseguir un producto con mínimos residuos fitosanitarios. En este aspecto, se requiere un conocimiento básico de las prácticas de gestión de la finca, y acceso al cuaderno de campo. Además, se presta especial importancia a la utilización de productos fitosanitarios y su posible impacto sobre la biodiversidad, y se revisa la procedencia del agua de riego, consumos, calendarios de riego, calidad.
4. Identificar las infraestructuras ecológicas.
Se considera un punto clave poder transmitir a los trabajadores de las fincas evaluadas la importancia y funcionalidad de elementos del paisaje presentes, y en el caso de no existir, promover su creación y asesorar en el diseño e implantación. Se identifican las infraestructuras ecológicas presentes. Se evalúan dichas infraestructuras en caso de existir, y en el caso contrario, se propone la implantación.
5. Observar el manejo del suelo.
Este punto incluye la gestión de la cubierta vegetal. Es necesario establecer un criterio de manejo del suelo que asegure criterios de sostenibilidad, y que al evaluar las interacciones con el cultivo permita definir los puntos de mejora. Se identifica y valora la flora adventicia, ruderal, etc. En este punto se llevan a cabo análisis fisicoquímicos y se miden los niveles de plaguicidas en el suelo.
6. Evaluación de la diversidad de fauna beneficiosa.
La evaluación de las técnicas propuestas proporcionará un aumento de la fauna beneficiosa que será necesario cuantificar. Cabe destacar que este punto puede ser utilizado como apoyo al marketing, ya que los datos sobre fauna útil permiten demostrar numéricamente la evolución en la implantación de las técnicas establecidas, y su carácter más respetuoso con el medio ambiente. Se observará un aumento progresivo de la fauna beneficiosa, en número y en especies, desde el inicio del trabajo, tanto en la parte aérea como a nivel del suelo.
7. Desarrollo de un plan de tratamientos contra plagas no controladas
Mediante actuaciones con materias activas cuya utilización sean lo menos dañinas para la fauna útil, productos utilizados según el reglamento del MAGRAMA en su caso y suelta de enemigos naturales.